Reseña María Zambrano

Filosofía y Poesía

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María Zambrano (1904-1991), es, sin duda, una de las filósofas contemporáneas más importantes de las últimas décadas. Nacida en Málaga, tuvo que exiliarse a causa de la Guerra Civil Española, ya que participaba activamente en la vida intelectual y política de la época. A raíz de este exilio vivó en diferentes países, como México, Francia, Italia, Suiza, Cuba, entre otros. Su compromiso ético y social fue una de sus señas de identidad, así como su cercanía a posturas republicanas y de izquierdas. Fue discípula directa de Ortega y Gasset en la Universidad Central de Madrid, de quien se puede intuir una influencia clara en su pensamiento. No obstante, Zambrano supo desmarcarse, desarrollando el concepto de razón poética, un estilo propio que fusiona pensamiento y emoción (logos y pathos).

Filosofía y poesía, obra objeto de esta reseña, fue escrita poco antes del largo exilio de la autora, que se prolongó durante más de cuarenta años. En ella, Zambrano critica la razón abstracta y exalta la importancia de la poesía como agente revelador de la verdad.

El texto plantea el origen de la separación entre la filosofía y la poesía. Desde una perspectiva singular, Zambrano sostiene que ambas estuvieron originalmente unidas, pero en un momento determinado tomaron caminos distintos. Los presocráticos integraban ambas vías sin concebir una separación. Platón fue quien inició la ruptura, al desconfiar de la poesía por su carácter mimético. Es decir, la consideraba confusa y excesivamente emocional, lo que impedía, según él, acceder a la verdad.

En la República, Platón critica de forma explícita a los poetas de su tiempo, ya que para él la poesía no era más que un arte estético dominado por las emociones, las cuales debían ser controladas por la razón. Sostenía que la poesía, regida por la mímesis, alejaba al ser humano de la verdad pura. De modo que la labor del filósofo era romper con la poesis, es decir, alejarse de la emocionalidad para poder esclarecer el camino hacia la razón pura. La autora determina que fue en ese momento que se rompieron los lazos con el ser, ya que dicha razón pura no concebía aquello que escapa a la lógica.

Zambrano cuestiona esta visión dualista, afirmando que solo una razón acompañada de poesía puede conducirnos a la verdad más profunda del ser. Si la razón se rige únicamente por la racionalidad más pura, nos alejamos del verdadero sentido humano. El misterio del ser reside en la convivencia de lo visible con lo invisible. Hay en nosotros una parte imperceptible, una luz que no responde a objetividades comprobables. Desde la ruptura, la filosofía se ha alejado por completo del propio ser humano, convirtiéndose en una ciencia abstracta y fría. La poesía, en cambio, es el nexo de conexión con las emociones humanas, que pueden no tener una explicación lógica. Cabe destacar que la filósofa sitúa este proceso en el marco de la cultura occidental, de modo que dicha separación condicionó en gran parte al desarrollo del pensamiento filosófico occidental.

Las consecuencias de la separación entre la filosofía y la poesía contraen una razón separada del alma humana. En el mundo occidental, la razón no tiene nada que ver con la emoción y se les podría llegar a considerar contrarios. Ortega y Gasset quien también criticó la razón abstracta, desarrolló el concepto de la razón vital, como alternativa a dicha razón abstracta predominante especialmente en la filosofía moderna. El concepto de Ortega se basa en la propia experiencia de cada ser humano; no nos podemos desvincular del pathos. Pensamos desde la vida que vivimos, somos seres de la situación. Zambrano, sin embargo, irá más allá y desarrollará el concepto de la razón poética. Dicho concepto no aparece explícitamente en el texto presente, pero asentará las bases de la crítica a la razón abstracta, proponiendo una reconciliación entre logos y pathos.

La tesis de Zambrano defiende que la poesía también se tiene que concebir como una fuente de conocimiento. “La poesía es la conciencia más fiel de las contradicciones humanas, porque es el martirio de la lucidez, del que acepta la realidad tal y como se da en el primer encuentro. Y acepta sin ignorancia, el conocimiento de su trágica dualidad y de su aniquilamiento final.” Con esta afirmación la autora expresa la idea central de la razón poética, concepto que, como he destacado, desarrollará posteriormente. La poesía no es meramente un arte o una expresión artística, sino que también es un camino hacia la verdad del ser, tanto o más profundo como el que recorre la filosofía. Muchas veces la razón no puede soportar el hecho que hay aspectos de la realidad que no tienen necesariamente una explicación lógica. No hay una fórmula matemática lo suficientemente sensible para entender una emoción humana. La razón poética, propuesta por Zambrano, acepta el misterio de la vida humana, con sus luces y sombras, siendo consciente que no siempre se encontrará una justificación plausible. De hecho, la autora critica con firmeza la pretensión del filósofo de explicar toda la realidad.

Encontramos en el texto una relación interesante de analizar: la simbiosis entre la mística y la poesía. En el inicio de esta reseña, he mencionado la existencia de una luz interior que reside en cada individuo. Es precisamente esta luz a través de la cual la autora explica la relación mística-poesía. Tanto la una como la otra, no pretenden dominar la realidad, sino que se dejan conducir hacia ella. Las dos residen en el misterio del ser, que no es objeto del descubrimiento per se. Sin embargo, no son formas de evadir la realidad, al contrario, nos permiten conocerla más, intuyéndola casi como una revelación. Por tanto, la mística y la poesía tienen características comunes y su unión es importante para poder asentar un pensamiento que no excluya la parte más emocional del ser. En cierta forma, la mística es la frontera que la razón más pura no puede cruzar sin el auxilio de la poesía, que ejerce de puente hacia lo inefable. De esta manera, la explicación de Zambrano materializa el hecho que solo hay una forma de llegar a la verdad: la reconciliación entre la filosofía y la poesía.

El texto de Zambrano es extremadamente sugerente; provoca de tal manera, que hace casi imposible no percibir entre sus líneas una cierta clarividencia. Página tras página, la autora reafirma la idea central de la obra con una sensibilidad atípica. Sirve casi de prueba material su habilidad de escribir, que se expresa a través de lo que he denominado como “verso académico”. Es decir, Zambrano escribe en prosa, pero con un estilo tan lírico y sensible que podríamos casi afirmar que se trata de un verso libre. Sin perder la formalidad filosófica, consiguió un tono poético y meditativo único. Sin forzarlo, la autora ha puesto en práctica su teoría: unir la filosofía y la poesía en pro de la verdad.